Luis Mora Santana
luemos1@hotmail.com
Curarigua, Julio de 2007
La gastronomía es para los pueblos una tarjeta de presentación, constituye una construcción colectiva, porque vive en ella el sentir de todos cuanto han hecho aportes para su configuración y porque todo aquel que comparte ese espacio se siente heredero de lo que sus conterráneos han hecho. Así sucede con Curarigua y en todo ese valle por donde se desliza el río Curariguita. Un pueblo colonial donde el tránsito histórico de conexión con El Tocuyo, Carora y el pie de monte andino de Barbacoas, permitió que todo el que venía trajera y el partía desde allí, llevara algo en las alforjas para mitigar el hambre en el camino. Cada cual fue poniendo un sabor y un olor a las comidas y el tiempo se encargó de amalgamarlo en una sola pieza.
Es Curarigua tierra ancestral de sembradíos de caña y no cabe duda que desde el trapiche como lo señalara Moreno Fraginals, se generó toda una “sociología del dulce”, donde la melcocha, especie de pan de azúcar aderezada con especias, se convirtió en sustento de viajeros y jornaleros y en la delicia de grandes y chicos cuando aún la globalización no asomaba los vientos de la uniformidad de los caramelos envueltos en celofán. El papelón tan nuestro, ese capullo cónico, a veces rubio y otras moreno, acompañó hasta hace poco las bebidas para alimentar a los curarigueños y para otros que por herencia que quizá nos vino con la brisa andina, lo hicieron acompañar de un pedazo de queso en una mezcla antagónica de lo dulce y lo salado. Cuántas generaciones de curarigueños han bebido guarapo, que no es otra cosa que una infusión de papelón disuelto a la que se le puede agregar leche y una pizca de café y que en casa de humildes y adinerados sirvió de sustento de los más chicos. El morral del peón de hacienda, del conuquero o del viajero pedestre o de lomo de bestia del pasado, seguro que contó con ese bastimento para garantizar el sustento.
Siendo Curarigua un pueblo de encuentro que en el pasado permitió ver el paso de viajeros, contó siempre con un lugar para mitigar el hambre. A finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, encontramos a Teolinda Torrealba, una mujer que se encargó de preparar comida a visitantes en su casa de habitación, tarea que heredó su hija María Andara, personaje que se recuerda en la actualidad como una de las embajadoras culinarias más representativas de la contemporaneidad curarigueña reciente. Ir a Curarigua y sentarse a degustar un platillo donde Maria Andara era sentirse como en la propia casa. Sus manos llenas de una sazón especial para condimentar sobre todo las caraotas refritas, un plato emblema, aderezadas con manteca de marrano y otros aliños que sólo ella conocía. Los años cincuenta y sesenta curarigueños contaron con otra extraordinaria mujer que satisfacía los gustos de los comensales que hasta su negocio acudían, me refiero a Rosario Cuicas, dependiente de una tienda de variedades y hasta de bebidas refrescantes, donde también ofrecía caldos, sancochos y mondongos entre otras exquisiteces. Era parada obligatoria de los que venían al pueblo y lugar de encuentro en tiempos de fiestas.
Esta es la casa de la señora Maria Andara, la misma que fungió de posada y pensión para propios y visitantes.
Sin embargo, el satisfacer paladares no sólo ha constituido en Curarigua una razón comercial, más bien se pudiera decir que la misma razón de ser un pueblo de encuentro, fue configurando la razón humana de la solidaridad con el que llega. Esa condición la poseía doña Juana del Carmen Guédez, mujer dispuesta a brindar sus mejores galas al visitante y en su propia casa ofrecer lo que sus manos elaboraban como por ejemplo las longanizas, especie de chorizos criollos de la que sólo ella tenia la receta particular, plato que ofreció a quien le visitara por la sola paga de conocer la impresión de sus comensales. Un sancocho de gallina del fogón de doña Juana era un potaje suculento, cocido al muy estilo curarigueño, sin verduras, si acaso yuca o topocho verde, porque lo demás y a decir de la propia Juana: “le roba el sabor al caldo”.
La cultura culinaria curarigueña está ligada a la existencia del cerdo, de él su manteca para condimentar, las longanizas y chorizas y como olvidar los chicharrones de concha o carraos de los cuales Vicente Escalona recuerda los hechos por Félix Escalona en los años cuarenta, y los más recientes como los de Ramón el Chemeco, los de Miguel Torrealba y Toño Santana son aún una delicia que se comen de la bolsa al paladar como los elaborados por una franquicia comercial. En Curarigua a la morcilla se le llama choriza, y las hacen con la sangre y las vísceras del chivo y eran famosas entre otras las que elaboraba la familia de Eulogio Colmemarez
La dinámica actual ha exigido que surjan personajes como Atala “Talita” Carucí y Gisela González que haciendo los mejores esfuerzos cuidan de brindar a propios y extraños los platos tradicionales curariguenos, como el mondongo de paticas de chivo o de cabeza de marrano, el mismo que libra una batalla con médicos y dietistas, pero que en el pasado, las labores más movidas que hoy se encargaban de liberar los posibles excesos.
No puedo dejar de destacar los dulces, conservas, panes, templones, quesillos cubiertos y suspiros que hacía Mónica Mejias, concertada de la casa de Dona Rosario Torres de Dorantes. En la esquina de aquella casa se reunían los pequeños a contar lochas, medios y reales para completar la paga del banquete de golosinas que allí vendían. Y como no recordar a la niña Celina Torres que tenia unas manos mágicas para hacer panes y amasijos de maíz y de trigo los mismos que en temporadas salía a vender por las calles a grito de pregón Jorge Santana, sólo que en su inocencia gritaba “Vendo la cuca de la niña Celina” refiriéndose a las catalinas o paledonias y por lo cual fue reprendido severamente por la propia panadera, por la supuesta afrenta moral.
No es fácil señalarlos a todos cuantos han aportado por la contribución gastronómica de la tierra del tamunangue, pero seguro que en los que he señalado queda representada buena parte de la cultura culinaria de los curarigueños.
miércoles, 3 de octubre de 2007
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5 comentarios:
LUIS MORA. SANTANA. PUEDO DECIR CON PROPIEDAD QUE CONOCITES A JUANA DEL CARMEN GUEDEZ. CLARO HIJO DE ORLANDO Y ABIGAIL. JAJAA CUANTO IBAS A LA CASA.COMO TE APRECIABA. Y TE FELICITO POR TAN HERMOSA PAGINA. AGRADECIDA QUE RECUERDES A CAME. PERO FALTO. HUGO JAJA NACHO Y SUS ANECDOTAS.
TANTA GENTE BUENA QUE PARIO CURARIGUA.
DESDE EL MAS HUMILDE HASTA EL IMPORTANTE. LOS DOTORES ASI DECIA MI ABUELA JUANA ER CARMEN . COMO DECIA NACHAO. HUGO LE DECIA LA NEGRA.
LAS MOROCHAS MIS HERMANAS TATATA.
GRACIAS AMIGO. TE QUIRO MUCHO
SALUDOS. SIGUE ESCRIBIENDO ACA.
SABES QUE RECUERDO PERFECTO CUANDO VINO CARLOS ANDRES PEREZ A CASA EN CURARIGUA. HAY UNA BUENA ANEDOCTA DEL NACHO. JAJAJA
PERDON ES GLORIA GONZALEZ GUEDEZ. LA NIETA E JUANA ER CAMEN GUEDEZ
LUIS , COMO ME CONTENTA. VER ESTA PAGINA AQUI. PUES POR MERA CASUALIDAD.
COLOQUE EL NOMBRE DE MI ABUELA JUANA DEL CARMEN GUEDEZ. LLORE AL OIR DE NUEVO EL GOLPE DE NAUDY RAMOS. "Y LO BAILA JUANA DEL CARMEN" Y EL MORENO NICOLAS.
LUIS TU SI CONOCISTES CON PROPIEDAD DESDE MUY CHIQUITOOO A "CAME"tatata o la NEGRA. como solian llamarle sus mas allegados.
DIOS ,LUIS. que tristeza ese CURARIGUA DE TARDES SOLEADAS. de romanticas serenatas, esa casa que esta dentro muy dentro de todos nosotros ahi nacimos. es que hasta el sonido de las hojas del cotoperiz. lo reucerdo palpable.
el ruido cuando hacia viento. LUIS si te sentabas en aquella acera donde antes los haciamos de la casa que fue de CAME. ahi se veia o se ve el relampago del catatumbo.
me traslade al pasado y perfectamente recorde.esas serenatas. el olor del cafe. el del mondongo.que lo hago luis perfecto. el sancocho. el hervido e gallina.
las hallacas de mi abuela. jajaja cuando las hacia llegaba HUGO OROPEZA. y le decia las mias son las primeras ajajajjaja.todas esas pequeñas cosas que nos hacen recordarle a diario en nuestra casa.
NO HAY DIA QUE EN CASA NO SE RECUERDE A JUANA DEL CARMEN. FUE LA LUZ QUE LLENO NUESTRA NIÑEZ Y NUESTRAS VIDAS. Y APRENDI A CONCINA DE ELLA.
luis perdona tantas pequeñas cosas que para mi son grandes muy grandes CAME. fue nuestra madre. y nuestra abuela. JAJAA y tambien nos enseño a ser alegres. a que sintieras a SAN ANTONIO. a quien alumbro a diario... y el 25 de abril cumplio once años de muerta. grata alegria que un CURARIGUEÑO DE POSTIN CON NAUDY Y TU. ME RECUERDEN A MI VIEJITA. TAN ALEGRE. VERDAD. COMO BAILABA SUS NEGROS. GRACIAS LUIS. LA EMOCION ME EMBARGA.
gloria gonzalez guedez
ESTIMADO SR LUIS MORA PUEDO DECIR CON PROPIEDAD QUE UNA DE LAS COCINAS MAS EXQUISITAS QUE HE TENIDO EL PLACER DE DEGUSTAR FUE LA DE LA SRA MARIA ANDARA RECUERDO YA DE VARIOS U MUCHOS AÑOS ATRAS QUIEN NOS LLEVA ES EL ILUSTRE RAFAEL HERRERA QUIEN TENIA O TIENE UNA CASA DE CAMPO LLENA DE ARBOLES FRUTALES Y UNA BELLA FAUNA.
MARIA ANDARA CON SUS MANOS DE ORO NOS DELEITO EN VARIAS OPORTUNIDADES NUNCA OLVIDARE EL SAZON INIGUALABLE DE AQUELLAS CARAOTAS REFRITAS, SUS CHICHARRONES, LA PATA DE GRILLO EL LOMO PRENSADO, LAS CHORISAS Y PARE DE CONTAR DE VERDAD QUISIERA SABER SI ALGUNO DE SU FAMILIA HEREDO EL DON Y CONTINUA EN LA TRADICION.
FELICITACIONES POR SU PAGINA.
GUSTAVO VELASQUEZ.
gustavo.velasquez@gmail.com
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