miércoles, 3 de octubre de 2007

Movimientos feministas caroreños de principios de siglo XX

MSc. Luís Mora Santana
luemos1@hotmail.com
Historiador


El ensayista venezolano Don Mariano Picón Salas, dijo que Venezuela entró tardíamente al siglo XX, cosa que, para algunos no es del todo cierto, sin embargo, creemos interpretarlo en su razón social. Razón social que vinculamos a la participación del colectivo en la sociedad, para permitir fluir libremente el pensamiento y la acción de sus ciudadanos. Una dictadura férrea y limitadora de los derechos sociales e individuales, censor de las opiniones, casado con un modelo educativo excluyente y clasista y de la mano de principios llenos de prejuicios morales de la que, la gran mayoría de los ciudadanos se hacían eco. Limitaciones como las expuestas serian factor preponderante para el surgimiento y participación de la mujer en los espacios sociales, reservados para el varón.

Al expresar, el término “varón”, en forma ex profesa, se quiere resaltar el grado de machismo presente en nuestra sociedad, desde tiempos de la Colonia, que heredáramos del conquistador y éstos, a su vez de los moros. Cuántas razones para limitar la acción de la mujer. Se apeló a lo biológico y a su responsabilidad de procreación, a principios religiosos cristianos de “seguir al marido a donde quiera que vaya”, a su condición física de “debilidad para el trabajo”, a la decisión de los maridos y de los padres de las solteras para las actividades fuera del hogar y hasta de acusar a las féminas atrevidas y liberales, de practicantes de uno de los oficios más antiguos de la humanidad.

Pese a todos estos prejuicios, la mujer siempre emerge en reclamo de un espacio social secuestrado por el hombre. Recordemos a Luisa Cáceres, valiente heroína de nuestra independencia, a Manuelita Sáez, libertadora del Libertador, a Teresa Carreño, a Teresa de la Parra y en estas tierras cálidas y secas de Carora, a Rosario Montero de Morón, a Petra Crespo de Aldazoro, a Olga Oropeza, a Maria Perera A., extraordinarias educadoras e impulsadoras de ideas feministas, a Adela de Villegas y Maria Álvarez Yépez, fundadoras de la primera Organización Feminista de Carora y a otras tantas heroínas anónimas, merecedoras del más fraterno de los reconocimientos.

Es bien cierto que el movimiento que impulsa el surgimiento de la mujer, a ocupar espacios sociales, no aparece en Venezuela ni en tierras del Morere, por obra y gracia del espíritu santo. Previo a la constitución formal de grupos femeninos, aparecen las “mujeres de avanzada”, esas que rompen los esquemas, que bien sólidos y amurallados eran, por estar cimentados en principios morales, que válidos o no, forman parte de la estructura cultural de las sociedades, que permanecen vedados por variadas razones, sobre todo de corte moralista.

Entre las actividades que hacen propicia la participación de la mujer en hechos colectivos, está la noble tarea del magisterio. No es casual que sea la educación la que conduzca este proceso. Así cómo los carbohidratos sirven de energía al cuerpo, la educación le sirve de motor al intelecto. Para cuántas damas de principios de siglo XX venezolano y caroreño, el ser maestras de escuela, de liceos, les sirvió de trinchera, par emprender la cruzada por la emancipación social. El arma usada no fue otra que, la capacidad intelectual, el ímpetu revolucionario, la osadía y la razón.

Este planteamiento sobre la labor magisterial y su vinculación con los movimientos feministas no estructurados, de principios del siglo XX en Carora, la sustentamos en un trabajo de Luis Oropeza Vásquez, titulado “Maestras Caroreñas” en el cual refiere la labor docente de siete educadoras de estas tierras. Rosario Montero Giménez (de Morón), Petra Crespo de Aldazoro, Olga Oropeza de Gallardo, Maria Perera Álvarez, entre otras son parte de ese selecto grupo de insignes batalladoras por la consecución del espacio femenino.

Al referirnos a Rosario Montero de Morón, como educadora y mujer de amplia capacidad intelectual, una de las primeras en ocupar un puesto en el Colegio Federal “La Esperanza”( no formal), dirigido por el maestro Ramón Pompilio Oropeza, la encontramos para 1912, como periodista de opinión, referentes al quehacer femenino, del semanario “Labor”, dirigido por el intelectual caroreño Don José Herrera Oropeza.

En uno de estos escritos publicados en “Labor” de fecha 04-08-1912, titulado “Pensamiento” expresa acerca de la mujer:

“La mujer que nutra su espíritu (intelecto) con la ciencia y mantenga su corazón siempre firme en dios, realiza el más sublime ideal que se pueda imaginar...”


Un mensaje filosófico, elogiando la capacidad para producir ideas, cargado del elemento religioso, tan acentuado en la sociedad caroreña. No puede ser de otra forma. No se riñe la producción intelectual de la mujer con los valores de la sociedad. Estos despuntes por los derechos de la mujer, sólo pretenden un espacio para la discusión de las ideas y en ningún momento, como una lucha por el desplazamiento del hombre, ni la ruptura de los principios morales y religiosos.

Los espacios logrados por la mujer, de principios del siglo XX no vienen dados como regalos, no constituyen cuotas, como esas que se institucionalizaron después. Son producto del esfuerzo y la capacidad. Es justicia y pertinente decirlo para referirnos a Petra Crespo de Aldazoro, de la cual Luis Oropeza Vásquez, afirma: fue “la primera escritora caroreña” (Maestras Caroreñas). Fina poetisa y elegante prosista, despertando el espíritu creador con mensaje abierto a la mujer de sociedad y a la mujer del pueblo. Petra Crespo de Aldazoro fue discípula dilecta del un extraordinario maestro venido a nosotros desde Curazao, Don Emil Maduro, judío sefardita converso al catolicismo, sabio ductor y conocedor de la lengua gala, la cual Doña Petra, aprendió a hablar y a conocer su estructura gramatical. Tierras lejanas en la distancia y cerca de la creación cultural del viejo mundo.

Don Pablo Torrealba escribió, hermoso artículo en homenaje a Doña Petra, en El Diario (08-10-1945) reseñando virtudes:

“También escribía versos con un estilo elegante, entre clásico romántico y cuando tomaba la pluma para escribir prosa se nota en sus escritos un aliento hacia la redención de las clases infelices de acuerdo con las ideas humanitarias y liberales de aquel tiempo.”


Mujer protestataria, siempre con el respecto y la consideración a los valores, pero sin hipotecar su pensamiento libertario de redención de los más débiles. No creemos exagerar cuando al afirma que los caroreños están en deuda con doña Petra, es justiciero impulsar la nobleza de su ejemplo.

Otra de esas heroínas que abrazaron la causa por la “liberación femenina”, desde la atalaya del magisterio, fue Doña Olga Oropeza de Gallardo. Con sobrada estirpe, hija del maestro Ramón Pompilio Oropeza - uno de los padres de los estudios educativos formales en Carora- no se conformó con serlo y construyó su propio espacio. Directora durante varios años del Liceo “Contreras”, Fundado por el Doctor Rafael Tobías Marquíz, maestro formado en Panamá, país muy cercano a la cultura anglosajona por razones de la ocupación (1904), de la cual se cree trajo a Carora, esa semilla de los movimientos feministas, además de lo vivido en Nueva Yorh, en el gran país del Norte. Algo de eso pudo ocurrir y trasmitírselo a sus discípulas del Liceo “Contreras”, colegio para niñas y adolescentes, el cual fundó y dirigió por muchos años.


“Se instala, pues en Carora (Marquis) y funda el Liceo “Contreras”, institutos de enseñanzas para señoritas, en el cual las nuestras encontraron abierto un refugio(...), con nuevos métodos, con procedimientos adecuados a un cambio de frente en los viejos hábitos, que se hacían ya incompatibles con las ideas progresivas de lo que debe ser la mujer en una sociedad decente.”.


Continua, Don Chio, expresando el ideal libertario por la mujer presente en Rafael Tobías Marquís:

“Aquí (en Carora) regentó cátedra en el colegio La Esperanza, fundó periódicos, predicó en la tribuna pública como un fervoroso misionero laico, estableció centros de expansión femenina y propendió a ejercicios de claro sentido de humanitarismo social.”.

Funda Marquís, una de las revistas más representativas de la opinión caroreña; bautizada ”Minerva”(09-01-1914), órgano informativo de la institución, en la cual publica sus primeros artículos juveniles el ensayista venezolano Don Mariano Picón Salas. De la revisión de esa revista se desprende, que hubo una gran actividad de la mujer en las primeras décadas del siglo XX caroreño y de su entorno, generada por la acción formadora de ideales de vanguardia del maestro Marquís. Cabe recordar que Carora, como entidad era un gran centro de irradiación cultural. Es para principios de siglo XX, un nodo importante en la región –herencia legítima del siglo XIX- y constituye la urbe focalizadora de los ideales más diversos.

De la revisión de esta interesante revista, se constata que la junta administradora se constituía por mujeres, entre alumnas y representantes, sustituida cada tres meses. En estas juntas se ubica Doña Olga Oropeza por primera vez, como alumna, el 23 de septiembre de 1917 en la edición Nº 42. Tiene apenas escasos catorce años.

Doña Olga Oropeza de Gallardo se constituyó en buena parte del siglo XX caroreño en un ejemplo en las luchas de la mujer. Fue maestra de escuela durante 38 años, sembrando la semilla del saber y orientando con su hacer el pensamiento emancipador de la mujer. Esta valiosa dama, llego a ser máxima representante del cabildo torrense, desempeñando para 1954, el cargo de Presidenta del ayuntamiento local, primera mujer en serlo.

Ya hemos compartido la opinión al afirmar que los amagos de organización feminista en Carora de principios del siglo XX, tengan sus raíces en las ideas propuestas por Don Emil Maduro y Rafael Tobías Marquíz, sembradas en los corazones de damas como las que se mencionaron. Pero todo proceso de cambio tiene sus avances y sus variantes, unido a nuevas implicaciones. Luego aparecen otras modalidades de la lucha por la reivindicación de la mujer, los movimientos estructurados.

Una nota periodística de El Diario firmada por Domingo Amado Rojas (13-05-1935) titulada “La mujer de la provincia se alista”, reseña, sobre una sección que mantiene en la revista “Elite”, Maruja Llanos -“Al encuentro de la mujer venezolana”- planteando una cruzada nacional por la organización de las luchas feministas.


En la nota se plantea la necesidad de estructurar organizaciones feministas. El comentario del columnista es una evidencia clara de una nueva realidad, son la semilla de un gran movimiento

Para ilustrar el comentario se extrae parte del escrito:

“Se está dando comienzo a una nueva historia venezolana, y en la cual Maruja será la heroína, ¿Por qué? Porque fue la primera que abrió el estandarte y dio la clarinada de alerta a la Provincia.”


Rojas, señala parte de nuestras cartas. Asoma nombres de las posibles candidatas a ser las abanderadas del movimiento, en las tierras de la antigua Bariquigua, herederas de la estirpe de Unibe- hija de Cayatagua, gran jefe Ajagua-. Continua así, su comentario:

“Aquí tenemos cinco mujeres que piensan igual a nosotros: Naty González, Sacramento Suárez, Leoncia Castañeda, Eva y Emérita Acosta. La primera ya ha dado a saborear su inteligencia por medio de prosa, verso. Las otras pertenecen al estudiantado femenino de la Provincia”. (Colegio “La Esperanza)

Don Cecilio Zubillaga, al referirse a la personalidad de Doña Naty González en artículo publicado en El Diario (24-03-1945).titulado “Tributo barquisimetano a una ilustre caroreña”, comenta:
“Naty González Sierralta es una dama caroreña de singulares dotes. Culta, gentil, inteligente, honesta. Escribe poesías y prosa. Es decir, está entre el mundo ordinario y conoce el trato con la gente común, y en el Parnaso clásico conversa con las musas. Nuestro medio ha sido parco para producir mujeres de esta calidad.”


De Doña Leoncia Castañeda, es conocida su actividad hasta hace recientes fechas, cuando nos abandonara. Su apego a la lucha por los valores de la familia y los más nobles principios de la solidaridad humana, fueron una de sus muchas virtudes. En el diario “El Impulso” de Barquisimeto, mantuvo por largos años columna periodística y por las ondas hertzianas, se dejaba escuchar, con sanos y amenos comentarios, muy llenos del realce de los valores morales y espirituales.


Al referirnos a Eva Teresa Acosta de Lameda, es un orgullo decir, que posee el mérito de ser una de las primeras mujeres en ocupar un pupitre en el Colegio Federal “La Esperanza” y de egresar de allí, como ejemplo valiente al romper los esquemas más sólidos y de plantear la igualdad con el varón, en términos de la capacidad intelectual.

A Eva Teresa Acosta, Emérita Acosta, Leoncia Castañeda y Sacramento Suárez, las encontramos cursando el último año (1934-1935) en el Colegio Federal “La Esperanza” al lado de hombres como Don Antonio Herrera Oropeza y Andrés Riera Zubillaga, como se evidencia en un acta del Libro de Inscripción de la institución.


Primeras mujeres en egresar del Colegio Federal Carora con el grado de bachiller

Nombre y apellido Año Escolares Lugar de origen
Emérita Acosta 1931 – 1935 Baragua
Eva Teresa Acosta 1931 – 1935 Baragua
Sacramento Suárez Torres 1931 – 1935 Curarigua
Leoncia C. Castañeda 1931 – 1935 Carora
Ana Luisa Suárez Torres 1935 – 1939 Curarigua
Carmen María Leal 1939 – 1943 Carora
Ligia Zubillaga 1939 – 1943 Carora
Carmen María Pérez 1939 – 1943 Carora
Carmen María Silva 1939 – 1943 Carora
Eglé González Oropeza 1939 – 1943 Carora

Fuente: Libro de Copiador del Colegio Federal Carora. 1935 –1943. Elaboración: Luís Mora Santana


Otra de las mujeres de singular valía lo fue Dona Maria Perera Álvarez, “esa noble mujer que hizo de la escuela un sagrario de afectos donde siempre la encontrarnos” (Discurso de Adela Villegas-1945. Centro cultural femenino de Barquisimeto “Lola Álamo”. Reseña Chío. El Diario 24-05-1945)*. Discípula dilecta de Rafael Tobías Marquís y continuadora de su ideal. Cofundadora y directora y del Liceo “Contreras” hasta 1935, a un año de su tan presurosa y lamentada partida. Tenía sólo 47 años, al marcharse de entre nosotros.

La organización de la lucha feminista caroreña no se detiene. Hacia 1936 se funda oficialmente un movimiento feminista estructurado, liderizado por Doña Adela de Villegas, que vino a impulsar aún más la participación de la mujer.

A este movimiento, presidido por la señora Villegas hay que reconocerle un justo mérito, por ser sus integrantes, propulsoras en la constitución de la primera sala de maternidad en Carora, la creación de la “Gota de Leche” una avanzada caroreña de lo que luego fue “La alianza para el Progreso” propuesto J. F. Kennedy.

Al respecto comentamos la información aparecida, primero en el periódico “El Globo” de Valencia, reproducida por “El Heraldo “ de Barquisimeto y retomada por “El Diario” de Carora el 13-06-1936:

“En Carora ha empezado a funcionar “La Gota de Leche”, institución de benéfica acción social, fundada por la asociación feminista de aquella ciudad. Ya tienen, pues, las madres de familias pobres de Carora a donde ir en pos de una cantidad de leche para alimentar a sus hijos”.


Sin duda que el movimiento feminista tenía una visión social bastante amplia, sobrepasando los límites de lo cultural y religioso e incluso, dando ejemplo a grupos de urbes más consolidadas. Hay en esta acción una evidente propuesta de principios cooperativistas y un mensaje expresado, en que el Estado somos todos y no el gobierno, situación venida a menos posteriormente, con un Estado hipertrofiado y burocrático. Basta recordar en hecho similar, el programa “Vaso de Leche Escolar”, de las décadas del ochenta y noventa para marcar distancia.

Los actos culturales públicos, la acción social por los pobres, el celo de los templos para mantener sus estructuras físicas, todo y más, unido a la par de la contribución de las tareas educativas locales, son a otras de las acciones del movimiento feminista Caroreño.

Cabe recordar un encendido discurso pronunciado por Dona Adela Villegas en la Asociación Feminista de Carora, en pro de la educación infantil y que reproduce El Diario (20-06-1936), que sostiene la tesis de la contribución de las tareas educativas emprendidas por la asociación, donde exhorta, no sólo a las maestras del Liceo “Contreras”, sino a los padres de las niñas y niños de Carora a asumir su tarea por la educación. Marca distancia la señora Villegas, entre la instrucción y la educación, a la que considera una tarea de todos y un compromiso de la sociedad en general. Un educar en valores, retomado muy a propósito del diseño curricular, propuesto por el ministerio de Educación de la actualidad.

Este discurso tuvo su eco en la capital de la Republica. El periódico “Ahora” realiza un comentario, del que se tiene noticia, por una reproducción de esas líneas editadas por El Diario ( 5-10-1936) de la que se extrae lo siguiente:

“Lenguaje casi bíblico de parábola, es el que usa la conferencista para exponer sus hondas meditaciones acerca de la educación infantil, y ello es motivo que realza más la charla de la señora de Villegas; que dice bien del tono y de la cultura de la mujer venezolana en la provincia”.

La actividad de la mujer se hace cada vez más intensa y activa. Las maestras salen del claustro escolar armadas del instrumento que da la razón; las amas de casa arreglan y convienen las tareas del hogar con los hombres, para aportar su pensar; la mujer trabajadora lee y se instruye sobre los derechos laborales y hasta esa mujer laica comprometida (hijas de Maria), asumen el ministerio de cristo para convertir la oración en acción por el prójimo.

Reivindicando esa posición de la mujer en la sociedad, señalamos las palabras de Lameda Acosta, en un artículo publicado en El Diario de Carora (8-06-1936), titulado “Interpretación del Derecho Femenino”, al expresar:

“...el fin Social (de la mujer) le impone la obligación de luchar como el hombre, tanto en el campo de las cuestiones económicas como en el terreno de las actividades intelectuales...”

Se abre el debate público de las ideas y aunque hay aún un marcado velo moral, salta el incontrolado ímpetu del pensamiento, reprimido hasta entonces, por cuestiones políticas. Se amplia el universo de opiniones y la mujer, como parte de la sociedad, reclama su espacio, no por el hecho de obtener un puesto sino por su disposición de ofrecer su creación intelectual.



-Una Liberación Femenina Intelectual.

La lucha feministas en Carora en las primeras cuatro décadas del siglo XX, no se puede ver como la búsqueda de la igualdad con el hombre en términos que involucren la confrontación de valores morales, presentes para la época. Este movimiento feminista, está basado en la abertura de un espacio, donde la mujer demuestre su producción cultural e intelectual, su amor por la patria, por la organización de las instituciones, su sentimiento por los más débiles y un despliegue de acciones filantrópicas muy loables. Marca distancia con movimientos posteriores en cuanto a que no estuvo planteado en la protesta por la igualdad sexual. Al respecto, Luisa del Valle Silva, en su artículo “La Mujer Siempre Mujer”, apunta:

“Nada ha desacreditado y dañado más a las mujeres preocupadas por su adelanto, como esos tipos femeninos que se masculinizan ya sea porque en el fondo tengan tendencias a virilizarse o porque con premeditado estudio las adopten, creyendo que así lograrán ponerse más a nivel de sus aspiraciones ”


Es cierto que, a pesar de la apertura democrática, propuesta por López Contreras, las estructuras culturales se porten rígidas. La sociedad caroreña de principios del siglo XX, es aún, extraordinariamente conservadora, apegada a principios religiosos ortodoxos muy fuertes. Será por ello, que el movimiento feminista de 1936, toma entre otras, la bandera del rescate de las tradiciones religiosas, la asociación en grupos de laicas, la constitución de damas voluntarias pro rescate de edificaciones religiosas, la acción social colectiva entre otras.

Con relación a estas actividades reseñamos la constitución de un grupo de damas voluntarias por el rescate del templo de San Juan Bautista –hoy Catedral- a las que la esposa del General y presidente Eleazar López Contreras hiciera un donativo.
La nota periodística aparece en El Diario (13-06-1936) y reproducimos para ilustrar esta apreciación:

“ El valioso donativo de Bs 1000, que fue puesto a la disposición de la Junta de Damas Católicas de esta ciudad por la señora esposa del Presidente de la República, ha sido invertido en los materiales adecuados debida reparación de la iglesia de San Juan” Subrayado nuestro.


Una evidencia clara de la participación de la mujer organizada para las tareas sociales. Estos casos se repiten en las parroquias o Municipios para la época. En Río Tocuyo, también se ha constituido una Sociedad de Damas Católicas integradas entre otras por Sacramento de Álvarez como presidenta, Rikilda Aguiar, Ana Teresa Gutiérrez, Josefa Maria Jiménez, Nicolasa de Santelíz, Ana de Mendoza, Antonia de Jiménez y Maria de Silva, las cuales no sólo las anima las razones religiosas.

Parte sus postulados aparecen publicados en El Diario (13-06-1936) y anuncian a las claras su misión:

“1º-Socorrer a los pobres en sus enfermedades y otras necesidades, 2º-Procurar inculcar a la niñez, los sentimientos morales y religiosos, 3º- Velar por la conservación y sostenimiento del culto religioso. 4º- adquirir por medio de la Tesorería fondos para satisfacer las necesidades de nuestro Templo Parroquial”.


Apegadas a la labor de social de la iglesia y siendo 1936, hay que destacar que se evidencia un adelanto en la labor de estas damas, a lo que se conociera unas décadas más tarde, como la doctrina social de la Iglesia y la Teología de la Liberación, planteada ya por el padre Carlos Zubillaga Perera

En este mismo tono, pero cargado de la visión social y con el arma que da la educación, se funda una asociación feminista en Barbacoas, que aunque administrativamente no pertenece a la jurisdicción de Carora, sino a la de El Tocuyo, sus vínculos económicos, sociales y culturales, lo son con las tierras secas del Morere.

El 5 de Febrero de 1936, se constituye en Barbacoas, una asociación de damas presidida por Juana Sambrano Arapé, acompañada en la directiva por: Juana Rodríguez, Maria Azucena Peralta, Carmen Hernández e Irenarca de Ramos. Entre sus actividades está, el haber fundado una escuela para mujeres con el nombre de “Universidad Popular 14 de Febrero”. Una clarinada en la constitución de centros de educación para adultos con el ingrediente de ser nocturnos.

Se abre un espacio para la mujer trabajadora y para la madre de familia, sumergida en horas de la iluminación natural, a las labores domesticas del hogar. Un ataque a la barbarie que significó el analfabetismo, uno de los yugos de mayor opresión a la libertad.

Las actividades culturales son también, otro de los espacios a cubrir por las mujeres de Carora. La plaza Bolívar de la ciudad se constituyó en tribuna de las actividades, que como recitales poéticos, danzas, declamaciones cantos entre otros, organizan en estos actos. Los preparativos para celebrar a la madre en Mayo 1936, reflejado por El Diario, el 1º de Junio de ese año (Nº 4.090), tienen como escenario la plaza Bolívar.

Una nota aparecida en el periódico lo explica así:

“Parte especial de los actos realizados en honor a las madres fue el programa organizado por un grupo de damas efectuado en la plaza Bolívar (...) (los actos) Palabras a la madre del Mesías, se ofrendó una corona al busto del Libertador. Aquí se une el amor a la patria al amor a la autora de nuestra existencia. La patria es la base fundamental del filial homenaje”.


La trascendencia de estas actividades, es precisamente que se vincula actividades afectivas familiares a principios de valor patrio, constituyendo un vínculo estrecho entre la nacionalidad y la identidad cultural. Hay en el movimiento feminista una lucha por la elevación de los valores patrios. Realzando estos valores, consigue endosarse el movimiento feminista, un apoyo del pueblo y de las autoridades, descartando que las animare la utilización de herramientas populistas, más bien creo, se acogen a las políticas lopecistas del culto a Bolívar.

En esa misma edición de El Diario (1º-06-1936), se lee un saludo a estos actos de parte del gran panfletario caroreño, Cecilio Zubillaga Perera, jefe de redacción del periódico hasta la presente:

“Felicitamos cordialmente a los miembros de la asociación feminista por el triunfo obtenido para esta fiesta que se fraguo al calor de su noble dinamismo”


Un espaldarazo de peso, teniendo en cuenta que Chío era referencia obligada en las cosas del hacer cultural e intelectual de la época. Los actos culturales en la Plaza Bolívar era parte de las celebraciones escolares, brindadas en homenaje a las fiestas nacionales y a la memoria de los héroes de la patria. En las escuelas se organizaba el programa y las maestras, las encargadas de dirigirlo. La señorita Maria Perera Álvarez, condujo cantidad de estos actos, hasta 1935 cuando se separa de la dirección del Liceo “Contreras”.

Hay que destacar, por encima de todo lo expresado sobre el movimiento feminista que, la luz dada por hombres como Don Emíl Maduro y Don Rafael Tobías Marquis, impulsaron las ideas de cambio en el pensamiento de las mujeres caroreñas de principios del siglo XX. También es muy cierto que, la labor magisterial se usó como instrumento de lucha. A lo largo del recorrido de estas primeras décadas del siglo XX, la constante en la lucha es la escuela y la educación. No se descuida el trabajo escolar, junto al impulso por el logro de espacios femeninos.

Precisamente y para corroborar tan aseveración, nos remitimos a un artículo publicado en El Diario (28-09-1936), titulado “Tu hija si necesita estudiar”, firmado por Luisa del Valle Silva, ratificando con el título, la lucha entre el conformismo y las ideas de avanzada por la dignidad de la mujer. De seguidas se extrae una de sus reflexiones:

“¿No te das cuenta que la mujer de hoy ha de ver la vida con sus ojos y oírla con sus oídos, y pensar y razonar por si misma, sin tener que esperar la palabra del hombre para moverse?(...) Convéncete, pues, de que tu hija tiene que estudiar y prepararse para vivir por si misma y no arrastrada al extremo de una cadena, de sometimiento”.


Evidentes aires de cambios se pasean en Carora, en las primeras décadas del siglo XX . Estos, como los que se exponen sobre la superación de la mujer, representan un hito historiográfico, pero hay más, también los estudiantes efervecen, los campesinos se levantan y la recién nacida clase obrera mide sus fuerzas. El país es un cuero seco, renace el espíritu de la lucha. Nuestra labor es seguir esos sucesos en su contexto de espacio y tiempo, para brindar a la Historia, la reconstrucción de los hechos en su justa dimensión.





FUENTES CONSULTADAS

LAMEDA ACOSTA, I.E. Interpretación del Derecho Femenino. En El Diario
Carora. 08 de Junio 1936. Pág 3.Año XVII. Nº 4096.

MINERVA. Órgano divulgativo del Liceo “Contreras”. Carora. Tipografía del
Comercio. Nº 10 al 57. 1916 -1918.


MONTERO, Rosario. Pensamiento. En Semanario Labor. Carora 4 de Agosto de 1912.
Año I. Mes VII. Nº 25

OROPEZA VASQUEZ, Luis. Maestras Caroreñas. Obra inédita. Mimeografiada.

ROJAS, Domingo Amado. La mujer de la provincia se alista. En El Diario. Carora.
13 de Mayo de 1935. Año XVI. Nº 3774.

SILVA, Luisa del Valle. La Mujer Siempre Mujer. En El Diario. Carora. 27 de
Agosto de 1936. Pág.3. Año XVII. Nº 4163

Tu hija si necesita estudiar. En El Diario. Carora. 28 de Octubre de1936. Año XVIII. Nº 4188.

TORREALBA, Pablo. Petra Crespo de Aldazoro. En El Diario 08 de Octubre de 1945.

ZUBILLAGA PERERA, Cecilio. Tributo barquisimetano a una ilustre caroreña. En
El Diario. Carora 24 de Marzo de 1945. Año XXVI.

Sabores y olores de Curarigua

Luis Mora Santana
luemos1@hotmail.com
Curarigua, Julio de 2007

La gastronomía es para los pueblos una tarjeta de presentación, constituye una construcción colectiva, porque vive en ella el sentir de todos cuanto han hecho aportes para su configuración y porque todo aquel que comparte ese espacio se siente heredero de lo que sus conterráneos han hecho. Así sucede con Curarigua y en todo ese valle por donde se desliza el río Curariguita. Un pueblo colonial donde el tránsito histórico de conexión con El Tocuyo, Carora y el pie de monte andino de Barbacoas, permitió que todo el que venía trajera y el partía desde allí, llevara algo en las alforjas para mitigar el hambre en el camino. Cada cual fue poniendo un sabor y un olor a las comidas y el tiempo se encargó de amalgamarlo en una sola pieza.
Es Curarigua tierra ancestral de sembradíos de caña y no cabe duda que desde el trapiche como lo señalara Moreno Fraginals, se generó toda una “sociología del dulce”, donde la melcocha, especie de pan de azúcar aderezada con especias, se convirtió en sustento de viajeros y jornaleros y en la delicia de grandes y chicos cuando aún la globalización no asomaba los vientos de la uniformidad de los caramelos envueltos en celofán. El papelón tan nuestro, ese capullo cónico, a veces rubio y otras moreno, acompañó hasta hace poco las bebidas para alimentar a los curarigueños y para otros que por herencia que quizá nos vino con la brisa andina, lo hicieron acompañar de un pedazo de queso en una mezcla antagónica de lo dulce y lo salado. Cuántas generaciones de curarigueños han bebido guarapo, que no es otra cosa que una infusión de papelón disuelto a la que se le puede agregar leche y una pizca de café y que en casa de humildes y adinerados sirvió de sustento de los más chicos. El morral del peón de hacienda, del conuquero o del viajero pedestre o de lomo de bestia del pasado, seguro que contó con ese bastimento para garantizar el sustento.
Siendo Curarigua un pueblo de encuentro que en el pasado permitió ver el paso de viajeros, contó siempre con un lugar para mitigar el hambre. A finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, encontramos a Teolinda Torrealba, una mujer que se encargó de preparar comida a visitantes en su casa de habitación, tarea que heredó su hija María Andara, personaje que se recuerda en la actualidad como una de las embajadoras culinarias más representativas de la contemporaneidad curarigueña reciente. Ir a Curarigua y sentarse a degustar un platillo donde Maria Andara era sentirse como en la propia casa. Sus manos llenas de una sazón especial para condimentar sobre todo las caraotas refritas, un plato emblema, aderezadas con manteca de marrano y otros aliños que sólo ella conocía. Los años cincuenta y sesenta curarigueños contaron con otra extraordinaria mujer que satisfacía los gustos de los comensales que hasta su negocio acudían, me refiero a Rosario Cuicas, dependiente de una tienda de variedades y hasta de bebidas refrescantes, donde también ofrecía caldos, sancochos y mondongos entre otras exquisiteces. Era parada obligatoria de los que venían al pueblo y lugar de encuentro en tiempos de fiestas.

Esta es la casa de la señora Maria Andara, la misma que fungió de posada y pensión para propios y visitantes.

Sin embargo, el satisfacer paladares no sólo ha constituido en Curarigua una razón comercial, más bien se pudiera decir que la misma razón de ser un pueblo de encuentro, fue configurando la razón humana de la solidaridad con el que llega. Esa condición la poseía doña Juana del Carmen Guédez, mujer dispuesta a brindar sus mejores galas al visitante y en su propia casa ofrecer lo que sus manos elaboraban como por ejemplo las longanizas, especie de chorizos criollos de la que sólo ella tenia la receta particular, plato que ofreció a quien le visitara por la sola paga de conocer la impresión de sus comensales. Un sancocho de gallina del fogón de doña Juana era un potaje suculento, cocido al muy estilo curarigueño, sin verduras, si acaso yuca o topocho verde, porque lo demás y a decir de la propia Juana: “le roba el sabor al caldo”.
La cultura culinaria curarigueña está ligada a la existencia del cerdo, de él su manteca para condimentar, las longanizas y chorizas y como olvidar los chicharrones de concha o carraos de los cuales Vicente Escalona recuerda los hechos por Félix Escalona en los años cuarenta, y los más recientes como los de Ramón el Chemeco, los de Miguel Torrealba y Toño Santana son aún una delicia que se comen de la bolsa al paladar como los elaborados por una franquicia comercial. En Curarigua a la morcilla se le llama choriza, y las hacen con la sangre y las vísceras del chivo y eran famosas entre otras las que elaboraba la familia de Eulogio Colmemarez
La dinámica actual ha exigido que surjan personajes como Atala “Talita” Carucí y Gisela González que haciendo los mejores esfuerzos cuidan de brindar a propios y extraños los platos tradicionales curariguenos, como el mondongo de paticas de chivo o de cabeza de marrano, el mismo que libra una batalla con médicos y dietistas, pero que en el pasado, las labores más movidas que hoy se encargaban de liberar los posibles excesos.

No puedo dejar de destacar los dulces, conservas, panes, templones, quesillos cubiertos y suspiros que hacía Mónica Mejias, concertada de la casa de Dona Rosario Torres de Dorantes. En la esquina de aquella casa se reunían los pequeños a contar lochas, medios y reales para completar la paga del banquete de golosinas que allí vendían. Y como no recordar a la niña Celina Torres que tenia unas manos mágicas para hacer panes y amasijos de maíz y de trigo los mismos que en temporadas salía a vender por las calles a grito de pregón Jorge Santana, sólo que en su inocencia gritaba “Vendo la cuca de la niña Celina” refiriéndose a las catalinas o paledonias y por lo cual fue reprendido severamente por la propia panadera, por la supuesta afrenta moral.
No es fácil señalarlos a todos cuantos han aportado por la contribución gastronómica de la tierra del tamunangue, pero seguro que en los que he señalado queda representada buena parte de la cultura culinaria de los curarigueños.